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Un mal líder

  • Mario García García
  • 16 nov 2015
  • 2 Min. de lectura

A lo largo del tiempo han habido diferentes empresas que han pecado de narcisismo. En épocas venideras han visto como sus ingresos subían como la espuma, pensando que esa etapa de gloria no iba a acabar nunca. El narcisismo es una conducta que engrandece las cualidades de la propia empresa, dejando de ver el lado negativo de la propia aunque exista. Gran error en el mundo de los negocios.


Esta característica psicológica si es utilizada de manera adecuada puede llevar al líder y a la empresa hasta a la cima pero también puede provocar un efecto contrario, como el despido del directivo y el cierre de la companía.


Un ejemplo es la empresaria Jill Barad, responsable de aumentar las ventas de la muñeca Barbie a principios de la década de los ochenta. En una etapa donde Barbie estaba perdiendo ingresos y se estaba consolidando como un juguete sexista, Barad guió a Barbie a otro camino. Fue la que ideó que Barbie pudiera ser dentista, empresaria, profesora y muchas más profesiones, fomentando un rol profesional de la mujer que aún no se había implantado en muchos ámbitos. Este cambio de estrategia bajo el eslogan “We girls can do anything” provocó un aumento en la ventas, consiguiendo facturar 1.400 millones de dólares.


Pero, ¿era una buena líder? Sus empleados no tenía buenas palabras sobre ella. La describían como competitiva, perfeccionista y extremadamente ambiciosa. Este último rasgo es la que llevó a comprar, en tiempos venideros, la compañía Learning Company, que llevó a la empresa a pérdidas de más de 50 millones de dólares y también la suspensión de su puesto de trabajo a finales de los años noventa.


 
 
 

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